“Quiero dejar claro que si me mata, yo hice cada denuncia, pero el Sernam y la Bachelet son una burla para las mujeres que somos violentadas en todas las formas”. Con esas palabras, Vania Zúñiga Latapiatt alertó en julio de 2017 sobre la posibilidad de ser asesinada.
Poco más de un mes después, la joven de 27 años de edad fue hallada muerta en su casa de Viña del Mar, mientras a su lado permanecía su hija de un año y ocho meses de edad, quien fue trasladada hasta el hospital Gustavo Fricke con principio de hipotermia.
En su post, Vania dejaba clara la identidad del responsable de las amenazas: Daniel Raúl Ortega Miranda, el padre de una de sus hijas,el mismo que días después de su muerte fue enviado a prisión por golpearla durante el embarazo.
Pese a ello, hasta el día de hoy no se ven avances en la investigación y se desconoce quién la asesinó propinándole una brutal golpiza y heridas cortopunzantes. La situación preocupa a los miembros de la familia de la víctima, quienes claman por justicia, mientras que el fiscal se negó a hablar con la prensa.
A continuación la historia de un homicidio no resuelto.
Amenazas
“Va a venir mi tía a pegarte unas puñaladas, tenemos metralletas para matarte. No te voy a dejar tranquila”, partió diciéndole el 9 de febrero de 2016, a eso de las 10:00 horas, Daniel Ortega a Vania. Ambos convivían en una pequeña casa de Miraflores Alto, pero una discusión sacó de sí al hombre, a quien no le importaron las 36 semanas de embarazo de su pareja y comenzó a golpearla con pies y puños en diferente partes del cuerpo.
El ataque la dejó con moretones en la espalda y muslo derecho, además de una contusión y una herida en uno de sus dedos. Esta agresión significó el quiebre de la relación.
Pese a ello, el 29 de marzo de 2016 Ortega volvió a aparecer en casa de Vania, donde ella ya vivía con su hija recién nacida. Lo encontró a eso de las 15:00 horas al interior de su domicilio sin su autorización.
Al verla, se abalanzó sobre ella y volvió a golpearla con pies y puños. Esta vez la dejó con lesiones leves en ambas piernas y una amenaza directa, mientras la tomaba violentamente por el cuello:
Las agresiones, sin embargo, estaban lejos de terminar. Sólo dos días después, a eso de las 22:10 horas, Vania volvió a encontrar a Ortega en su hogar, ahora en el dormitorio. La dinámica fue la misma, aunque más violenta. El sujeto entró sin el consentimiento de ella y apenas la vio, volvió a atacarla con golpes. Luego, sacó un objeto que aparentaba ser un arma de fuego, la apuntó y le dijo “quédate ahí chuchetumaresi no querí que dispare”. Vania logró huir hacia la vía pública.
Homicidio
Más de un año después, Vania alertó a través de su Facebook que el padre de su hija, es decir Ortega, podría querer asesinarla.
“Quiero dejar claro que si me mata, yo hice cada denuncia, pero el Sernam y la Bachelet son una burla para las mujeres que somos violentadas en todas las formas” (sic), aseguró la víctima a través de su cuenta el 20 de julio de 2017, agregando que el hombre “me sigue amenazando de muerte”.
El mediodía del 28 agosto de ese año Vania fue hallada muerta en su domicilio de la población Nueva Patagua de Miraflores Alto. A su lado fue encontrada su hija, de entonces sólo un año y ocho meses de edad, quien presentaba principio de hipotermia, por lo que debió ser llevada hasta el hospital Gustavo Fricke.
El crimen quedó en evidencia luego de que Alonso Flores, expareja de la mujer, llegase hasta la vivienda, tras no tener respuesta de ella a través de otros medios. El hombre, padre de un hijo mayor de la fallecida fue quien dio aviso a Carabineros del sector.
Fue el mismo Flores quien días después de la muerte de Vania detalló que tuvo una conversación con Ortega.
“Yo le pregunto ‘oye ¿tu mataste a la Vania?’, ‘A lo vivo nomás’, me decía”, aseguró Flores, añadiendo que al percatarse de la presencia policial, Ortega cambió el tono de su respuesta.
“‘De qué me hablas’, me decía, ‘de qué me hablas””, agregó.
¿Responsables?
Al momento del hallazgo, el cuerpo tenía una data de muerte de aproximadamente 12 horas y fue periciado por la policía civil, que trabajó en empadronar a vecinos y entrevistar a familiares de la víctima para esclarecer el crimen.
La casa estaba desordenada, pero no había ningún objeto perdido. En tanto, en las afueras del domicilio se reunían vecinos, sorprendidos por la noticia.
El día del hallazgo, la fiscal que llegó al lugar, María José Bowen, precisó que no se descartaba la hipótesis de un femicidio. Hasta hoy, casi dos años después del crimen, esa teoría se mantiene sin resolver.
Según los antecedentes, el Servicio Médico Legal (SML) concluyó que Vania murió producto de un hematoma subdural agudo y un traumatismo encéfalo craneano, producto de un golpe en la cabeza.
Sin embargo, la carpeta de la Policía de Investigaciones deduce (PDI) que no habían huellas en el sitio del suceso para dar con el asesino.
Pese a esto, la familia sostiene que sí hay un culpable. ¿Su nombre? Daniel Ortega, expareja de la víctima.
“¿Qué esperan? ¿Tenemos que ser gente connotada para que se haga justicia?”, fustigó Iván Zúñiga, padre de Vania.
El principal miedo de la familia de la víctima es que se cierre el caso, sin embargo, desde el Ministerio Público les habrían asegurado que eso no ocurrirá y que incluso habrían nuevas diligencias.
El padre de la mujer incluso este lunes llegó hasta la Fiscalía de Viña del Mar para sostener una reunión con el nuevo persecutor a cargo del caso, Fernando Hood.
Asimismo, expresó críticas al lento avance de la investigación por discriminación, ya que Vania “trabajaba en un night club”.
Radio Bío Bío intentó conocer la versión del fiscal Hood, pero éste declinó referirse al caso.
Dentro del listado de los 43 femicidios ocurridos en 2017 publicado por el Ministerio de la Mujer y de Equidad de Género, el nombre de Vania Zúñiga Latapiatt no se encuentra, al aún no conocerse fehacientemente quién ni cómo la asesinó.
(Artículo 04 del Código Procesal Penal)